miércoles, 3 de agosto de 2011

NADA DE ESTE MUNDO PODRÁ SEPARARNOS, Capítulo 4


"No sigas, que me estoy poniendo muy celosa. Y si me pongo celosa me volveré muy mala y me tendrás que dar unos azotes. ¿Tienes ganas de pegarme?"
-Iris a Fátima

Graziel estaba en el sofá de la casa, leyendo "Mein Kampf", un libro que parecía deleitarle en extremo, cuando Iris se sentó inopinadamente en sus rodillas.
-Graziel, mi querido Graziel... -Empezó a decir Iris, con ese tono suave y seductor tan típico de ella cuando le interesaba llevarse al huerto a alguien.
-¿Sí? ¿Qué? -Alcanzó a articular un soprendido Graziel.
-Graziel, tú y yo siempre hemos sido buenos amigos... -Mientras hablaba, Iris no dejaba de restregar sus caderas contra la entrepierna de su compañero demonio.
-¿Qué? No. Tú siempre has dicho que me odiabas y que preferirías volver al Infierno antes que dejar que te tocara.
-Lo decía para provocarte, cariño.
-¿También las patadas y los mordiscos iban con cariño? ¿Sobre todo cuando me mordías en...?
-Una mujer a veces no controla la pasión que la consume.
-Si tú lo dices me lo tendré que creer...
-Pero antes de que nos acostemos y te haga sentir placeres que no puedes ni imaginar. -Acercó la boca a su oido para susurrarle- ¿Por qué no me prestas a Samantha, tu barbie de piernas largas? Seguro que le encanta comerme el...
-¡IRIS! -Aquel imperativo mandato dejó congelados a los dos demonios.
Era la voz de Duna la que había resonado con fuerza. Estaba de pie a su lado. Sus ojos se habían vuelto negros. 


Los dos demonios la miraron paralizados de terror.
-¿Qué ha sido de la misión que te encargué, Iris? -Preguntó Duna con inquietante tranquilidad.
-Yo... -Balbuceó Iris- Te dije que me encargaría de eso luego, ¿no? 
-¿Cuándo? ¿Cuando acabes de tirarte a todo bicho viviente de esta casa? No me estarás ignorando, ¿verdad?
-Yo...
-¡GRAZIEL! ¡FUERA!
El demonio saltó por encima del sofá para subir corriendo las escaleras y desaparecer con un portazo.
-¡ARRÁSTRATE ANTE MÍ, IRIS!
Iris cayó de rodilllas al suelo, chillando y agarrándose el cráneo con ambas manos. Se echó en el suelo, se hizo un ovillo, sin dejar nunca de gritar, como si el dolor consumiera todo su ser. 


Tras largos minutos de tortura implacable el dolor cesó, y Duna se acercó a una Iris fatigada e indefensa para levantar su cabeza tomándola de los cabellos con rudeza.
-No voy a tolerar que me desobedezcas más, Iris. Ya sabes lo que ocurre cuando me enfado... y aún no me he enfadado. Ahora vas a coger al inepto de Graziel y vais a hacer lo que yo te mandé que hiciérais. ¿Me he expresado con claridad o tengo que ponerme dura contigo? -Preguntó con una voz, de repente, cándida e infantil.
-No, no, haré lo que me digas. -Se apresuró a responder, jadeante, Iris- Ahora mismo se hará tu voluntad.
-Ése es el espíritu, mi querida Iris. Ése es el espíritu. -Aprobó Duna, implacable. Inmisericorde- Recuerda siempre quién es la mujer de la casa.


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. yo tambien soy un gran fan de la serie, me ha gustado mucho la historia que has escrito, yo tengo bastantes ideas para desarroyar aunque con otro angel custodio y otro pupilo, en breve me pondre a escribir. me encanta el personaje de Valeria y su mentor
    sigue la historia, esta genial de verdad, recomendare a mis amigos y si puedo colaborar en ella mejor aun.

    gracias por revivirme la serie, ojala algun dia la retomen, quien sabe, la esperanza es lo ultimo que se pierde.

    ResponderEliminar